Una semana atrás dio comienzo el torneo del Seis Naciones de rugby en una competición que año tras año nos deja momentos inolvidables para el recuerdo, grandes selecciones que fracasan en sus planteamientos, jóvenes promesas que ven la luz al mismo tiempo que veteranos con solera empiezan a vislumbrar el final del trayecto.
Pero en esta ocasión no voy a centrarme en el aspecto meramente deportivo sino en una circunstancia que me llamó la atención en la primera jornada y que, allá por los meses de Noviembre y Diciembre del pasado año cuando dichas selecciones europeas preparaban el torneo jugando amistosos contra selecciones oceánicas, empezó a rondarme por la cabeza como un mosquito que sisea en tu oído en una noche de verano: los jugadores que cambian de nacionalidad.
El caso es que en otros deportes más "populares" como el fútbol o el baloncesto no es tan común y frecuente esta circunstancia, pero hay veces que se producen: Donato, Pizzi o Senna en el fútbol, Mirotic o Ibaka en el caso del baloncesto.
También hay casos en otros deportes como Alemayehu Bezabeh en el atletismo o Johan Muehlleg en el esquí de fondo, aunque estos dos últimos no sirven como "ejemplo" puesto que ambos fueron acusados de dopaje (el segundo pasó de ser "Juanito el de los dos oros olímpicos" a "el alemán ese que se drogó").
En cambio en los deportistas antes mencionados se producen circunstancias distintas: por un lado están los jugadores que viven varios años en España, e incluso forman una familia con algún ciudadano español, y finalmente deciden adquirir la doble nacionalidad al tiempo que obtienen la posibilidad de jugar con la selección española; y por otro lado están los jugadores que, o bien han nacido en España o se trasladaron aquí siendo muy pequeños, y adquirieron la nacionalidad española en el momento en que su familia se trasladó aquí.
También hay otro grupo de deportistas que decide tirar de libro de familia para demostrar que, aun no siendo de un país de la Unión Europea, poseen parientes muy lejanos que sí son de un país europeo con la intención de no ocupar plaza de extracomunitario en sus equipos, lo cual les abre muchas puertas en el mercado laboral.
Pero he aquí que hay otro grupo que, aunque también se dan casos aislados en los deportes antes mencionados, son mayoría en aquellas disciplinas minoritarias en nuestro país (rugby, atletismo, natación, esquí...) y según he podido descubrir en este Seis Naciones, en el caso concreto del rugby mundial parece ser una circunstancia bastante extendida.
Dicho grupo se caracteriza por el deseo de competir a nivel nacional, continental o mundial y no importa bajo qué bandera y colores se haga; para explicarlo mejor y que no haya malentendidos, pondré un ejemplo:
"Pongamos el caso de que soy australiano, juego al rugby en la liga italiana pero resulta que mi nivel se podría calificar como medio-bajo, lo cual me imposibilita cualquier opción de jugar con mi selección en un Mundial o un Tres Naciones.
En cambio resulta que con mi nivel puedo perfectamente jugar en selecciones como Italia, Escocia o Argentina, por lo que decido adquirir la doble nacionalidad con alguno de estos países y por lo tanto ya puedo disputar un Mundial o un torneo continental."
Y aunque parezca descabellado, esta situación se produce en varios jugadores de la actual selección italiana (procedentes de Argentina, Sudáfrica, Nueva Zelanda o Australia), quizá la más débil del torneo europeo; pero en otras escuadras con más solera como Inglaterra, Gales, Escocia o Irlanda también empieza a haber jugadores que deciden jugar con otro país británico persiguiendo uno de estos dos objetivos: aquellos de un equipo "mayor" para tener más presencia en otra selección, o los que son de un combinado "menor" con el objetivo de conseguir títulos.
Al cruzar el charco y observar las potentes selecciones de Australia y Nueva Zelanda nos encontramos con que, sobre ésta última, empieza a incorporar a sus filas jugadores de países vecinos como Tonga, Fidji o Samoa, haciendo aún más fuerte su selección.
Finalmente no quiero olvidarme de nuestra selección masculina de rugby puesto que en nuestras filas también se ven jugadores de origen ruso, georgiano, ucraniano, francés o argentino que en algunos casos, eso no lo niego, adquieren la nacionalidad española después de jugar varios años en España, y en otras ocasiones lo hacen ante la dificultad por conseguir un puesto en sus equipos nacionales de origen.
No quiero que nadie entienda este artículo como una crítica cerrada hacia esta manera de actuar, pero creo que habría que reconsiderar si es mejor actuar a corto plazo nacionalizando a todo aquel deportista que pasa por delante de una federación, o pensar más en el largo plazo y apostar por un deporte de base que nutra nuestras selecciones nacionales de talentos del futuro (¿la selección de Brasil de fútbol, la de USA de baloncesto o la de Francia de rugby tiene algún jugador "nacionalizado por conveniencia" en sus filas?)
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