viernes, 25 de febrero de 2011

El pícaro y el caradura están separados por una delgada línea

En varios de los artículos en los que he hablado de mis anécdotas y experiencias como árbitro ha saludo el tema de los entrenadores y jugadores que usan artimañas para sacar ventaja al contrario.

Así que hoy he decidido ampliar la visión a ese mundo tan conocido de la antideportividad en el deporte... aunque no en todas las disciplinas, claro está; en deportes como el rugby, balonmano, voleibol, hockey, etc. puede haber jugadores pícaros que saben aprovechar los despistes del rival para sacar ventaja y estoy seguro que habrá algún entrenador/jugador que sea un tramposo redomado, pero en todas partes cuecen habas.

Ahora bien, en el deporte rey del mundo mundial, el fútbol, la picardía se perdió hace tiempo y hoy en día lo que hay es mucho caradura; por ejemplo, una cosa es estar pillo y sacar rápido una falta antes de que se coloque la barrera para coger a la defensa descolocada, y otra muy distinta es retorcerse en el suelo de dolor ante la entrada de un rival que apenas te ha rozado por el simple hecho de que sabes que ya tiene una tarjeta amarilla y si finges que ha sido una entrada brutal, el árbitro puede expulsarle.

Semanas atrás lo vivió en sus carnes Iker Casillas en el partido contra el Espanyol, donde fue expulsado a los dos minutos de comenzar el partido; desde mi punto de vista la jugada fue así:
"Balón largo a la espalda de la defensa y el delantero local se queda solo ante Casillas, que cuando intenta despejar el balón contacta con el pie del ariete; acto seguido el jugador local se retuerce de dolor en el suelo (si alguien ve las imágenes, se aprecia claramente que mientras se revuelca en el suelo está mirando hacia el árbitro) y al árbitro no le queda más remedio que expulsar al portero."

¿Fue falta? Probablemente sí, porque existe "contacto" entre el pie de Casillas y el pie del delantero.
¿El dolor producido fue tal que el delantero no tenía más remedio que retorcerse en el suelo? Lo dudo mucho
¿Si la falta hubiese sido en el centro del campo, el delantero se hubiese levantado rápido para pillar a la defensa descolocada? Por supuesto que sí.

Que quede claro que no estoy siendo partidista en este suceso (creo que ha quedado clara mi afinidad por determinados equipos) pero lo que me molesta sobremanera es el afán antideportivo que está adquiriendo el fútbol, donde es más importante conseguir que te piten una falta a favor en el borde del área que atacar la portería, o que expulsen a un contrario antes que jugar bien...

Pero lo peor de esto es que el "virus" de los caraduras está infectando a un deporte que antes estaba sano: el baloncesto; por favor, basta ya de teatreros al estilo Navarro, Ricky Rubio o Rudy Fernández que parecen recibir una descarga eléctrica en su cuerpo cada vez que un rival contacta levemente con ellos.
Vuelvo a insistir, me parece que una cosa es ser pícaro amagando el tiro para provocar que el defensor salte y al intentar lanzar a canasta nos haga falta al caer, o colocarse delante de un pívot de 120 kg de peso que corre el contraataque como un búfalo sin frenos para provocar la falta en ataque, y otro muy distinta es que al salir de un bloqueo sientas el mínimo roce del defensor y tu cuerpo sufra los efectos de un "rayo imaginario".

Vuelvo a insistir: para pasar de la picardía a la antideportividad hay que dar un paso muy pequeño, y a veces uno piensa que es "el más listo de la clase" y realmente es "el más tramposo del lugar".

jueves, 24 de febrero de 2011

Ganar o progresar, esa es la cuestión

Hoy me gustaría hablar de nuevo de mi querido, y a la vez tan sufrido, AC Milan, el cual no termina de arrancar esta temporada y constantemente alterna una de cal y otra de arena.

No quiero ponerme ahora trágico tras la derrota del martes pasado en Champions pero desde el inicio de la temporada no me convenció nada la labor del nuevo entrenador, Massimiliano Allegri; por ponerlo de manera claray esquemática, estos son los puntos positivos y negativos que le veo a su estilo:

+ Recuperar al mejor Robinho que ha jugado en Europa.
+ Apostar por un joven talento como Merkel.

- No tener un esquema de juego, planteando los partidos "a lo que salga" y que resuelvan los de arriba (Ibrahimovic, Robinho y Cassano o Pato)
- No utilizar a los fichajes (Sokratis, Yepes, Emanuelson, Legrottaglie, Didac)
- Utilizar más a jugadores de perfil bajo (Oddo, Jankulovski, Flamini) que a los jóvenes (Didac, Emanuelson, Strasser, Oduamadi)

Como ya dije en su día con respecto a la escasa utilización de los nuevos jugadores, destacó el caso de Yepes que hasta el mes de Diciembre apenas había jugado unos pocos minutos pero tras las lesiones de otros defensas se hizo con un puesto casi indiscutible con su buen rendimiento en el eje de la zaga.
Pero es que en el mercado invernal llegaron dos jugadores jóvenes (el español Didac Vilá y el holandés Emanuelson) que no entran en los planes de Allegri puesto que el primero ni siquiera fue inscrito en la Champions y casi nunca va convocado, mientras que el segundo suele entrar en las convocatorias pero casi siempre se queda en la grada.

A parte de esto está el tema del estilo del equipo, consistente en una defensa de cuatro, tres centrocampistas (no sé muy bien si son dos defensivos y uno creador, o uno creador y dos volantes...) y tres delanteros, siendo ésta última línea la que está salvando la temporada gracias a las genialidades de Ibrahimovic (cuando le apetece), Robinho, Pato y Cassano.
No digo que el sistema sea incorrecto, lo que pasa es que los jugadores no son los adecuados:

-Este sistema necesita laterales "largos" al estilo de Roberto Carlos o Cafú, con velocidad, desborde, resistencia y buena capacidad al centrar al área; es evidente que jugadores como Zambrotta o Jankulovski (en caída libre en su evolución), Oddo (que no desborda ni una vez y centra desde casi el centro del campo), Bonera (que es un central justito, así que como lateral...), Antonini (muy voluntarioso pero limitado en la técnica) o Abate (muy potente y veloz pero sin mucha calidad) no ejercen las funciones requeridas. [de Didac Vilá no puedo decir nada porque no ha disputado ni un minuto; quizá podría ser el lateral del futuro...]

-En cuanto al centro del campo (que en su día popularizó el propio club milanés con la tripleta Gattuso-Pirlo-Seedorf, todos ellos con 10 años menos... y que el Barça ahora está deslumbrando con dicho esquema) necesita un jugador de corte más defensivo y otros dos con mucha movilidad, cayendo a la banda si es necesario y surtiendo de balones a los delanteros y laterales; como es evidente, jugadores defensivos hay por doquier (Gattuso, Ambrosini, Van Bommel, Flamini) pero ninguno de ellos tiene la "frescura" para imprimir al juego un ritmo vivo. Luego están jugadores como Seedorf, Boateng, Merkel o Emanuelson que pueden realizar las labores de creación, aunque el primero apenas aguanta un partido entero, el segundo ha entrado en una fase de lesiones constantes (y cuando se recupere puede cambiar la cara al equipo), el tercero está madurando (y será el futuro del club) y el último no entra en los planes del entrenador.

Y he aquí el debate interno que se me plantea de cara a esta temporada en la que el equipo marcha líder en la liga, está en semifinales de la Coppa y en la Champions todavía hay posibilidades de superar la ronda de octavos de final, todo ello con un juego de altibajos donde reina la lentitud e imprecisión en la parte defensiva y creativa pero con mucha dinamita en los metros finales.
Por eso se me plantean dos opciones para el desenlace de la temporada, con dos variantes cada uno:

*Ganar el Calcio y/o la Coppa de Italia (la Champions queda descartada con equipos como Chelsea, Barça, R. Madrid...)

+ El equipo, gracias a los ingresos económicos y el atractivo de cara al exterior obtenidos con los títulos, continúa con la renovación de la plantilla dando salida a jugadores de corte medio-bajo (Oddo, Jankulovski, Zambrotta, Sokratis, Flamini) y veteranos (Nesta, Gattuso, Ambrosini, Seedorf, Van Bommel, Yepes) para apostar por los nuevos talentos del equipo (Merkel, Strasser, Oduamadi, Didac, Emanuelson, Beretta, Albertazzi) y fichar a jóvenes con proyección (Sakho, Ganso, Balotelli...).

- Puesto que el equipo consigue buenos resultados, la directiva piensa que se debe al buen hacer de la plantilla (y no al mal estado del fútbol italiano) y decide mantenerla casi intacta, manteniendo a jugadores con un nivel muy por debajo del que merece un equipo como el rossonero.


*No ganar ningún título

+ La directiva decide hacer un cambio radical en la plantilla, apostando por jugadores jovenes y con futuro al mismo tiempo que da salida a aquellos que no cumplen con el perfil exigido para un club con 7 copas de Europa.

- Debido al fracaso que podría suponer no ganar nada, el club no tiene margen económico para fichar nuevos talentos (que no se sienten atraídos por un club que lleva varias temporadas sin trofeos) y se ve obligado a mantener en el equipo a los jugadores antes mencionados, al tiempo que podría llegar la venta de alguna pieza clave en el equipo para solventar las cuentas (Pato, Pirlo, T. Silva...)


Y aquí está la pregunta ¿es preferible ganar algún título si con ello se puede "enquistar" la mala situación del equipo? ¿o es preferible que todo haga "crack" para poder renacer de nuestras cenizas como un equipo totalmente rejuvenecido?
Claro está que nadie sabe cuál de las dos opciones elegirá el club en cada una de las situaciones, porque puede ser que aun ganando títulos el equipo se siga renovando, o que la situación haga "crack" y el equipo vaya a peor...

En definitiva, ocurra lo que ocurra al final de temporada, es evidente que tiene que haber al menos unas 8 ó 10 bajas para poder decir que el equipo sigue avanzando en la dirección correcta, aunque si eso va acompañado de alguna alegría en forma de título... a nadie le amarga un dulce.

martes, 22 de febrero de 2011

¿Quién vigila a quién?

La encuesta de esta semana puede resultar algo rara o no entenderse del todo bien, así que voy a explicar exactamente de dónde viene dicha pregunta.

Como ya he dicho en otros artículos, desde el inicio de la temporada pasada soy árbitro de baloncesto en EyGM y al inicio de cada campeonato todos los árbitros tenemos que realizar un curso (muy escaso por otra parte) para renovar nuestros conocimientos.
Además, existe un comité de arbitraje que nos "controla" con visitas esporádicas de los coordinadores de la organización y puede tomar medidas disciplinarias en caso de retrasos, ausencias, prácticas erróneas... que incluso pueden ser comunicadas por los propios entrenadores.

Como es evidente los árbitros también denunciamos las malas prácticas de los entrenadores y jugadores en lo que a comportamiento disciplinario se refiere, es decir, lenguaje inadecuado, insultos, comportamiento antideportivo o agresivo... y esto ocurre en EyGM, en la FBM y en casi cualquier liga de cualquier deporte en todo el mundo.

Ahora bien, hay un aspecto que creo que se deja al libre albedrio y que desde mi punto de vista es, sino el que más, uno de los más importantes de la "cadena formativa" de los jugadores.
Resulta que si uno quiere ejercer como entrenador en la FBM (o simplemente adquirir una mejor formación) debe superar una serie de cursos donde, a priori, se asientan unas bases "idóneas" para la correcta formación de los niños.

Por ejemplo, siempre se dice que hasta una determinada categoría (en algunos casos se dice Infantil [13-14], en otros Cadete[15-16]) el objetivo casi único debería ser aprender al mismo tiempo que se divierten; en otras palabras, que el gordito con gafas, el cabezón bajito y el pequeñajo que abulta menos que el balón deben jugar lo mismo que el "jugón" del equipo si todos ellos entrenan igual de bien durante la semana.
¿Cuántos entrenadores de Benjamín (9-10) hemos visto que sacan a "los menos buenos" el tiempo exacto que exige la federación y ni un minuto más?
¿Cuántos entrenadores tienen plantillas de 12 o más jugadores y en los partidos importantes sólo inscriben a 9 ó 10?

Y como apunte curioso decir que en los cursos de entrenador a los que he asistido, ante la pregunta del profesor sobre estos temas el 99,9% de la gente decía "en mi equipo jugarían todos por igual".

De mi experiencia como árbitro puedo contar un montón de anécdotas relacionadas con estas prácticas poco "formativas" de los entrenadores, como un entrenador que sólo tenía 7 jugadoras en Alevín (el mínimo son 8) y llamó a una jugadora que estaba enferma para inscribirla en el acta y a los dos minutos de empezar a jugar simular que se ha lesionado la mano para poder irse a casa.
También está el caso del entrenador que está jugando un partido de fase final y en el segundo cuarto le dice a un jugador que llevaba 4 faltas que haga otra personal cuando quedan apenas 40 segundos para el descanso; el jugador hace falta y es expulsado, por lo que el entrenador aprovecha para meter al "malo" del equipo y que le cuente ya un cuarto jugado (todo jugador debe jugar al menos uno de los tres primeros cuartos), por lo que ya no es necesario que juegue más en todo el partido.

Por eso pregunto ¿quién vigila a los entrenadores, no en los aspectos disciplinarios de los partidos, sino en las prácticas y métodos utilizados para formar a los niños?

¿Cuántos entrenadores enseñan a sus jugadores a defender en zona cuando el reglamento prohíbe usar ese tipo de defensa en dicha categoría?
¿Cuántos entrenadores enseñan jugadas para sacar de banda en Benjamín o bloqueos en Alevín?

Es evidente que muchos entrenadores se sorprenderán ante esta última pregunta porque consideran que su "mega-equipo" es muy capaz de hacer jugadas con varios bloqueos en categorías como Benjamín o Alevín pero...
¿Cuántas de esas jugadas o bloqueos están destinadas a que penetre o reciba el gordito gafotas?
¿Cuántas de esas jugadas consisten en que el bueno recibe un bloqueo del grandullón del equipo para entrar solo a canasta o colgar el balón arriba, mientras al retaco le han dicho que se quede en una esquina sin hacer nada?

Por todo esto quiero decir que, al igual que existe un comité que vigila el comportamiento de los árbitros, entrenadores y jugadores durante los partidos, creo que debería existir un organismo o grupo de personas que controlasen las "artimañas" de los entrenadores, no con carácter persecutorio o amenazador, sino más bien para intentar corregir y eliminar una serie de métodos "dudosos" que al final lo único que hacen es frustar a los jugadores menos buenos (a los que les prohíben casi hasta tirar) y estresar a los "jugones" que tienen que resolver todas las jugadas.

miércoles, 16 de febrero de 2011

No hay casualidades en las personas

Sé que puede sonar extraño el título y por eso quiero aclarar que este asunto tiene que ver con el tema del otro día en el que abría el debate de la naturaleza innata del ser humano: ¿es bueno o malo?

En lo que a mis experiencias personales se refiere, siempre que obtienes una posición de responsabilidad en el que sucedes en el cargo a otra persona o estás bajo la supervisión de alguien, en el caso de conseguir resultados positivos de manera inmediata nunca se reciben a cambio los alagos o reconocimientos que corresponderían.

Por ejemplo, si llegas a un trabajo nuevo en el que ocupas el cargo de una persona que ha sido recolocada y resulta que en poco tiempo consigues buenos resultados, jamás verás a esa persona reconocer públicamente que has hecho un buen trabajo porque piensa que eso implicaría reconocer que eres "mejor"; muchos pensarán que tampoco es algo tan grave, y coincido con ellos, pero da la casualidad que a dicha persona le faltará tiempo para "echarte a los leones" en la primera ocasión en la que se den las circunstancias adecuadas (un día que llegues tarde a una reunión, un diminuto fallo en un presupuesto...)

Por este motivo considero que las personas no terminan de ser "buenas" por naturaleza puesto que a la mayoría le cuesta reconocer abiertamente que otra persona está haciendo un buen trabajo pero por contra apenas le requiere ningún esfuerzo el poner trabas a la competencia.

Una situación reciente y real que conozco de primera mano se puede describir en la siguiente historia (hay elementos ficticios para no descubrir la "liebre", aunque el que sea listo sabrá leer entre líneas):

"Existe un club de rugby (por poner un deporte cualquiera) que consta de tres equipos: escuela (hasta los 14 años), juvenil (hasta los 19) y senior.
Hasta la temporada pasada los dos primeros estaban dirigidos por un entrenador que no estaba consiguiendo resultados, no tanto por los títulos o victorias, sino por la metodología de enseñanza en edades tan tempranas; el equipo senior lo dirigía otro entrenador.
Resulta que esta temporada deciden que el primero de ellos deje la dirección de la escuela para ejercer de ayudante en el senior, mientras que la escuela es asignada a una nueva entrenadora.
Por cuestiones de la alineación de los planetas, en pocas semanas dicha entrenadora consigue una mejora abismal en el ánimo de los jugadores y en la evolución de sus capacidades, lo cual genera además que los padres de dichos jugadores también se encuentren más contentos con la trayectoria del equipo y con la labor de la entrenadora.

A la vista de los resultados, el antiguo entrenador de la escuela no sólo no reconoce la buena labor de su sucesora sino que constantemente muestra un "extraño" interés por aquellos partidos en los que su antiguo equipo gana con apuros ("uff, que mal lo pasásteis el sábado ¿eh?") y desmerece aquellos en los que ganan cómodamente ("buah! a ese equipo le gané el año pasado de paliza").

Pero es que además no se queda ahí el asunto ya que en cada ocasión que se le presenta a dicho entrenador, no pierde ni medio segundo en ponerle la zancadilla a su compañera; por ejemplo, si un día dicha entrenadora invita a jugar a un niño que no es del club para que pruebe... al día siguiente el director técnico le llama la atención a la entrenadora porque eso no está permitido (curiosamente, al entrenador del juvenil se le "escapó" en una conversación que había visto un niño que no era del club)."


A la vista de esta historia, que cualquiera puede aplicar a su vida cotidiana, puedo confirmar que en lo que a las personas se refiere no existe ningún tipo de casualidades; es decir, si una persona está de por medio, siempre existe intencionalidad para que ocurra algo.
Donde quiero llegar es que casi siempre, de manera consciente o involuntaria, las personas tendemos a actuar de modo que seamos nosotros mismos los que en una determinada historia o situación, seamos los mayores beneficiados; no digo que perjudiquemos al resto, sino que nosotros seamos los que al final quedemos en lo alto de la "clasificación".

Ahora bien, no niego que yo mismo haya actuado de este modo en alguna ocasión para conseguir un mejor resultado en alguna actividad, pero se ha reducido a algo esporádico y puntual (por ejemplo, ganar una carrera de chapas cuando tenía 8 años...).

Y como dije antes, el que sea un poco listo entenderá que cuando afirmo que todos hemos actuado alguna vez de esta manera, me refiero a que este modo de actuar es "lógico" cuando uno tiene 7 años y quiere ganar el partido de fútbol del recreo del comedor a los de la otra clase (partidos míticos entre A y B), pero si uno llega a una edad adulta y madura manteniendo este tipo de comportamientos... sólo se puede decir que su vida es muy triste, ruin y patética.

Aviso a navegantes: para todos aquellos que actúan de este modo "carroñero" de envidia hacia los demás y triquiñuelas para desprestigiarles, decirles que con el paso del tiempo el resultado que obtengan será desastroso para ellos de manera directamente proporcional a los esfuerzos que hayan hecho por destruir a los que les rodean.

domingo, 13 de febrero de 2011

Un Seis Naciones "multinacional"

Una semana atrás dio comienzo el torneo del Seis Naciones de rugby en una competición que año tras año nos deja momentos inolvidables para el recuerdo, grandes selecciones que fracasan en sus planteamientos, jóvenes promesas que ven la luz al mismo tiempo que veteranos con solera empiezan a vislumbrar el final del trayecto.

Pero en esta ocasión no voy a centrarme en el aspecto meramente deportivo sino en una circunstancia que me llamó la atención en la primera jornada y que, allá por los meses de Noviembre y Diciembre del pasado año cuando dichas selecciones europeas preparaban el torneo jugando amistosos contra selecciones oceánicas, empezó a rondarme por la cabeza como un mosquito que sisea en tu oído en una noche de verano: los jugadores que cambian de nacionalidad.

El caso es que en otros deportes más "populares" como el fútbol o el baloncesto no es tan común y frecuente esta circunstancia, pero hay veces que se producen: Donato, Pizzi o Senna en el fútbol, Mirotic o Ibaka en el caso del baloncesto.
También hay casos en otros deportes como Alemayehu Bezabeh en el atletismo o Johan Muehlleg en el esquí de fondo, aunque estos dos últimos no sirven como "ejemplo" puesto que ambos fueron acusados de dopaje (el segundo pasó de ser "Juanito el de los dos oros olímpicos" a "el alemán ese que se drogó").

En cambio en los deportistas antes mencionados se producen circunstancias distintas: por un lado están los jugadores que viven varios años en España, e incluso forman una familia con algún ciudadano español, y finalmente deciden adquirir la doble nacionalidad al tiempo que obtienen la posibilidad de jugar con la selección española; y por otro lado están los jugadores que, o bien han nacido en España o se trasladaron aquí siendo muy pequeños, y adquirieron la nacionalidad española en el momento en que su familia se trasladó aquí.

También hay otro grupo de deportistas que decide tirar de libro de familia para demostrar que, aun no siendo de un país de la Unión Europea, poseen parientes muy lejanos que sí son de un país europeo con la intención de no ocupar plaza de extracomunitario en sus equipos, lo cual les abre muchas puertas en el mercado laboral.

Pero he aquí que hay otro grupo que, aunque también se dan casos aislados en los deportes antes mencionados, son mayoría en aquellas disciplinas minoritarias en nuestro país (rugby, atletismo, natación, esquí...) y según he podido descubrir en este Seis Naciones, en el caso concreto del rugby mundial parece ser una circunstancia bastante extendida.

Dicho grupo se caracteriza por el deseo de competir a nivel nacional, continental o mundial y no importa bajo qué bandera y colores se haga; para explicarlo mejor y que no haya malentendidos, pondré un ejemplo:
"Pongamos el caso de que soy australiano, juego al rugby en la liga italiana pero resulta que mi nivel se podría calificar como medio-bajo, lo cual me imposibilita cualquier opción de jugar con mi selección en un Mundial o un Tres Naciones.
En cambio resulta que con mi nivel puedo perfectamente jugar en selecciones como Italia, Escocia o Argentina, por lo que decido adquirir la doble nacionalidad con alguno de estos países y por lo tanto ya puedo disputar un Mundial o un torneo continental."

Y aunque parezca descabellado, esta situación se produce en varios jugadores de la actual selección italiana (procedentes de Argentina, Sudáfrica, Nueva Zelanda o Australia), quizá la más débil del torneo europeo; pero en otras escuadras con más solera como Inglaterra, Gales, Escocia o Irlanda también empieza a haber jugadores que deciden jugar con otro país británico persiguiendo uno de estos dos objetivos: aquellos de un equipo "mayor" para tener más presencia en otra selección, o los que son de un combinado "menor" con el objetivo de conseguir títulos.

Al cruzar el charco y observar las potentes selecciones de Australia y Nueva Zelanda nos encontramos con que, sobre ésta última, empieza a incorporar a sus filas jugadores de países vecinos como Tonga, Fidji o Samoa, haciendo aún más fuerte su selección.

Finalmente no quiero olvidarme de nuestra selección masculina de rugby puesto que en nuestras filas también se ven jugadores de origen ruso, georgiano, ucraniano, francés o argentino que en algunos casos, eso no lo niego, adquieren la nacionalidad española después de jugar varios años en España, y en otras ocasiones lo hacen ante la dificultad por conseguir un puesto en sus equipos nacionales de origen.

No quiero que nadie entienda este artículo como una crítica cerrada hacia esta manera de actuar, pero creo que habría que reconsiderar si es mejor actuar a corto plazo nacionalizando a todo aquel deportista que pasa por delante de una federación, o pensar más en el largo plazo y apostar por un deporte de base que nutra nuestras selecciones nacionales de talentos del futuro (¿la selección de Brasil de fútbol, la de USA de baloncesto o la de Francia de rugby tiene algún jugador "nacionalizado por conveniencia" en sus filas?)

jueves, 10 de febrero de 2011

Bueno o malo

En el colegio, y más concretamente en la asignatura de Filosofía, me enseñaron que hubo una corriente de pensamiento en la que se pensaba que el hombre era malo o bueno por naturaleza (no voy a entrar en datos concretos porque no soy un experto en la materia, así que me quedaré con el contenido).

Hablando un poco por encima, la teoría de que el hombre es bueno por naturaleza opina que los seres humanos, independientemente de las experiencias vividas y el ambiente donde uno se desarrolla, siempre albergan algo de bondad en su interior aunque sean los mayores villanos de la historia.
Esto quiere decir que si todos viviésemos en un ambiente de cordialidad, paz y amistad, toda la humanidad sería buena y no existiría los delitos ni la maldad.

La otra vertiente opina que los seres humanos nacemos con maldad en nuestro interior y, dependiendo de nuestras experiencias personales, vamos reduciendo ese nivel de malicia de nuestro ser hasta casi desaparecer.

Donde quiero llegar es que según la primera opción, si una persona fuera educada al más alto nivel, sin pasar hambre ni penurias en su vida y sin sufrir experiencias traumáticas o dramáticas en su desarrollo, esto implicaría que dicha persona jamás robaría o mataría a nadie...
Seguro que ahora mismo todos podemos nombrar a cientos de personas que contradicen esto...

Precisamente por eso mi opinión se acerca más a la segunda opción, puesto que creo que todo el mundo alberga algo de maldad en su interior, ya sea en forma de envidia "sana" o mentiras "piadosas".
No digo que todo el mundo es un monstruo, pero sí que creo que dependiendo de la educación que uno recibe (no me refiero a la académica, sino a la de valores en la vida) y de las experiencias vividas, el nivel de malicia aumenta o disminuye en las personas; no nos engañemos, todo el mundo le ha gritado al "listo" de turno que se mete en el último momento en el carril de salida, o ha "inflado" el currículum vitae o las hazañas que su hijo/yerno/nieto hace...y eso, al fin y al cabo, es odio y mentiras, pequeñas y pasajeras, eso sí, pero en el fondo son acciones malas.

Entiendo que en este tema puede haber cientos de puntos de vista pero para sacar conclusiones hay que analizar con cuidado la sociedad en la que vivimos donde siempre se necesita más y más rápido, donde no importa lo que eres sino lo que pareces, donde todo se mide por el éxito y el dinero que ganas... y donde cosas como la felicidad van perdiendo su importancia con el paso del tiempo.

domingo, 6 de febrero de 2011

Mi querido escudo

En relación a unas declaraciones de D. Forlán (jugador de fútbol del Atlético de Madrid) en una entrevista que concedió en la radio, me vinieron a la mente unas imágenes de la presentación de otro jugador del club madrileño en el que tuvo lugar un hecho lamentable.

Resulta que en la presentación de Juanfran en el estadio Vicente Calderón, cuando el jugador salió al campo para dar unos toques al balón delantes de un puñado de aficionados, unos pocos energúmenos (pertenecientes a la hinchada más radical) comenzaron a gritarle "¡Besa el escudo! ¡Traidor! ¡Besa ese escudo que tienes en el pecho!"

¿A qué vinieron estos gritos? Al simple hecho de que Juanfran salió de la cantera del Real Madrid y tras su paso por Espanyol y Osasuna recaló en el club colchonero, lo cual le otorgó suficientes motivos a dichos "personajes" para someter a un "apaleamiento" público al futbolista.

¿Qué tiene que ver esto con la entrevista de D. Forlán?
Pues resulta que el pasado invierno se habló mucho del traspaso del uruguayo debido al descontento del jugador con la marcha del equipo y a la mala relación con la hinchada, la cual le ha pitado en varias ocasiones esta temporada.
Por este motivo el entrevistador le preguntó el porqué de no besar el escudo de la camiseta, a lo cual resondió: "Porque no soy hincha del Atlético de Madrid, y si besara ese escudo le estaría faltando al respeto a los aficionados colchoneros."

Chapeau, sin más.
Más razón y más veracidad no puede haber en esa frase a pesar de que a la mayoría de los hinchas de cualquier equipo y en cualquier deporte muchas veces nos ciegue nuestra devoción por un escudo, por una camiseta, por unos colores, por una historia.

¿Alguien piensa que D. Villa es hincha del Barcelona, o C. Ronaldo del R. Madrid, o Agüero del Atlético, o Rooney del Manchester United, o Robben del Bayern Münich, o Eto'o del Inter, o Ibrahimovic del AC Milan...?
La respuesta es un NO rotundo, porque probablemente Villa sea del Sporting de Gijón, CR7 del Sporting de Lisboa, Agüero del Independiente de Avellaneda, Rooney del Everton, Robben del Groningen, Eto'o del Real Madrid (??), Ibrahimovic del Malmö y así un largo etcétera de jugadores que se convierten en ídolos de las aficiones pero que, no nos engañemos, siempre sentirán verdadera devoción por sus colores de origen, es decir, por aquellos equipos de su localidad en los cuales dieron sus primeros pasos.

Bien distinto es su compromiso porque todos son profesionales y son muy conscientes de quién les da su sueldo y a qué club se deben, pero no por ese motivo deben olvidar su pasado y rendirle pleitesía a cada equipo para el que juegan.

Sinceramente, ¿qué significaría para mí que jugadores como Cassano, Ibrahimovic, Robinho, Boateng, Zambrotta, Flamini... besaran el escudo del AC Milan? Nada de nada porque sé que si dentro de tres años su situación en el equipo no es la idónea para sus intereses y otro equipo les ofrece algo mejor, como es lógico cogerán sus maletas y se irán.

Ahora bien, no es lo mismo que le ocurra a determinados jugadores que la afición percibe como simple estrellas o piezas pequeñas del conjunto, a que le ocurra a ese tipo de jugador que permanece en el equipo durante varios años y que la afición le coge un cariño especial, véase el caso de Gattuso, Ambrosini, Pirlo, Nesta, Seedorf, Inzaghi...o el siempre recordado Kaká, al que toda la afición rossonera veía como el punto de partida de un nuevo AC Milan y que, a pesar de lo que pueda parecer, puede que al final lo esté siendo puesto que con el dinero obtenido por su traspaso el club ha podido traer jugadores como Ibrahimovic, Robinho, Cassano, Boateng, Emanuelson, Didac Vilá...

Así que, para todos aquellos que perciben los símbolos de su club como algo "especial", decirles que hay que ser muy selectivos con los jugadores a los que exigimos fidelidad porque no hay que olvidar que son profesionales y se deben a los equipos donde se sienten mejor al igual que el resto de los mortales, que lo primordial en nuestro trabajo son las necesidades de nuestros seres queridos y el bienestar personal, sin importar el logo de la empresa que nos pague.