lunes, 2 de mayo de 2011

No llores como un bebé...

... lo que no has sabido pelear como un adulto. (Originalmente la frase era "No llores como una niña lo que no has sabido pelear como un hombre", pero me parecía un poco machista)

Muchos psicólogos y terapeutas opinarán que es bueno llorar, desahogarse cuando lo necesites y no guardarte nada dentro, y no les quito razón alguna; pero sí estoy en contra de los "espectáculos" gratuitos.

A lo que me estoy refiriendo es a ese tipo de personas que lloran con suma facilidad, se pasean como peleles envueltos en un mar de lágrimas y se abrazan a todo el que se encuentra en su camino; y todo ello con el único propósito de levantar falsas compasiones entre la gente que las rodea y lavar de algún modo su intranquila conciencia.

Por ejemplo, todo el mundo habrá compartido clase con el típico (o la típica, no esperéis que escriba los dos géneros constantemente) que tras recibir la nota de una examen se pone a llorar como si fuera una regadera y enseguida va a regatear la nota con el profesor envuelto en un aura de pena y dolor.

La cuestión es que probablemente el resto de alumnos sean conscientes de que el fin de semana anterior al examen estuvo de fiesta y la noche anterior no paró de mandar mensajes por el famoso (y absorbe-cerebros) "What's up", lo que me hace preguntar: ¿por qué montas este espectáculo si no has hecho nada para evitar suspender?

Y esto se puede aplicar a millones de situaciones más, desde un equipo que es eliminado en una competición deportiva hasta una persona que es despedida de su puesto de trabajo.

¿Nadie se ha topado con alguien que echa "sapos y culebras" sobre su antiguo empleo cuando le han despedido, y después te enteras que esa persona estaba todo el día jugando por internet o chateando? ¿o que se pedía la baja cada dos por tres y luego te lo encontrabas de tapas todas las noches?

Y no me digáis que no conocéis algún equipo que se las daba de "superiores" y hablaba de su clasificación segura para la siguiente ronda... y ¡zas! en toda la boca; a casita a descansar mientras ese equipo que pasó "de chiripa" te calienta el morro y te manda a casa con el rabo entre las piernas.

¿Por qué lloras entonces? Si te las dabas de superior e invencible, tendrías que haberlo demostrado en la cancha y no ponerte a llorar ahora como si el cosmos se hubiera alineado de tal manera que tu clasificación fuera algo imposible.
Si te has dejado la piel en cada jugada y en el último segundo te meten un triple desde el centro del campo, entonces puedes llorar.
Si has pasado de ser el 15º equipo de la liga a meterte en cuartos de final y pierdes en un final de infarto contra el 2º de la temporada anterior, entonces puedes llorar.

Si tu máxima en el deporte es infundir a tu equipo que son los mejores en lugar de inculcarles que den el máximo en cada minuto, entonces no puedes llorar.
¿Lo peor de todo? Que ninguno de esos jugadores tendrá otra oportunidad como la que han perdido; puede ser que en el futuro disfruten de situaciones similares, pero los fracasos del pasado seguirán siempre ahí.

En la vida es mejor acumular muchos "quizá no debí..." que unos pocos "y si hubiera hecho..."

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