Martes 22 de Octubre de 2013: a mediodía mi hermana recibe una llamada del entrenador del equipo de LF2 de CREF para decirla que estaba de camino hacia nuestra y saber si podían tener una reunión.
Hora de comer del mismo día: mi hermana llega a casa con la cara iluminada por la ilusión ya que acaban de ofrecerla jugar en LF2, un sueño para una jugadora que había dedicado toda su vida a este deporte.
Cuatro meses más tarde: la apatía y el desánimo se han apoderado de mi hermana, que decide abandonar dicho equipo con un sabor agridulce.
En este punto yo le pregunto a dicho entrenador: ¿para qué le contaste a mi hermana que la base suplente, que es tu novia, no estaba funcionando en esa posición y que la base del equipo de 1ª Nacional todavía era demasiado joven para esa responsabilidad, si finalmente todo eso ha resultado ser una burda mentira? ¿Cómo es posible que después de toda aquella sarta de falacias, mi hermana sólo haya jugado 42 minutos en catorce partidos, de los cuales no llegó a disputar ni un solo minuto en cinco de ellos, cuando tu novia lleva acumulados más de 430 minutos siendo titular siempre?
El principal problema es que decidiste fichar a una jugadora de 27 años, la cual llevaba más de dos meses dentro de la dinámica de su nuevo equipo, con la intención de darle el rol de una jugadora de "categoría inferior", es decir, estás en el banquillo por si acaso y cuando tengamos una amplia ventaja, juegas los dos últimos minutos.
No sé si detrás de todo este calvario por ver cómo con el paso de los días mi hermana iba perdiendo la ilusión por jugar al baloncesto, por primera vez en su vida (y mira que ha tenido temporadas malas), habrá algún motivo extraño que desconozco y que quizá algún día salga a la luz (no descarto que haya algo relacionado con la tángana montada en las gradas en la primera jornada de Nacional que enfrentó a CREF con el antiguo club de mi hermana), pero al final de esta historia lo único que sé es que el entrenador de LF2 de CREF vino prometiendo el oro y al final sólo tenía mirra.
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