No tenía pensado hacer un nuevo artículo sobre el AC Milan hasta final de año para realizar el habitual análisis de la situación del equipo y los jugadores al final de la primera vuelta de campeonato, pero los últimos acontecimientos casi me han empujado a escribirlo antes de tiempo.
Desde el principio de esta temporada, y casi podría extenderlo al comienzo de la etapa de Allegri como entrenador de mi equipo, he insistido en la pobreza del juego desplegado, en la falta de "movilidad" del entrenador a la hora de rotar a los jugadores o al saber leer los momentos de los partidos para realizar las sustituciones o los cambios de sistemas, e incluso la mala gestión de la propia plantilla de una temporada a otra.
Pero también se produjeron dos situaciones que para mí eran nuevas con respecto a este club: la primera de ellas, las lesiones constantes, han sido un elemento perenne desde que llegó Allegri al banquillo rossonero, no pudiendo achacarle las lesiones de mayor gravedad (De Jong o Pazzini, por citar las más recientes) pero sí que puede atribuírsele a él o a su equipo técnico el hecho de tener siempre jugadores con problemas musculares que obligan a aumentar la plantilla hasta límites grotescos en las pretemporadas pero que luego se quedan en algo ridículo durante el año porque unos se lesionan más rápidamente de lo que tardan en recuperarse los anteriores, llegando a extremos tan surrealistas como el del pasado domingo cuando en el banquillo sólo había cinco jugadores de campo y dos porteros a pesar de contar con una plantilla de 29 jugadores.
Aunque esta circunstancia podría ser lo de menos si no fuese porque la segunda novedad en estos últimos años es mucho más preocupante: desde la llegada de Allegri, y unido a la salida paulatina de los jugadores más veteranos, el descontrol dentro del vestuario ha sido descomunal, lo que se ha traducido en actitudes que rozan (y a veces sobrepasan) la violencia dentro del campo y por consiguiente traen consigo expulsiones y duras sanciones.
Al principio era Ibrahimovic el que se ganaba de vez en cuando alguna que otra sanción de varios partidos, pero Balotelli lo ha superado con creces al ganarse una sanción de tres partidos por amenazar al árbitro cuando apenas llevamos siete jornadas de liga disputadas (al margen de la sanción similar que recibió el año pasado a pesar de disputar sólo cuatro meses de competición con el equipo), además de tener otro caso en Mexes que ha sido suspendido cuatro jornadas, tres por agredir a un rival (acción juzgada a posteriori por el comité) y una por haber sido expulsado en otra acción.
En las tres temporada anteriores el AC Milan recibió nueve expulsiones por doble amarilla y otras nueve por roja directa (llevándose la palma la temporada pasada con ocho en total, cuatro de cada), habiendo recibido ya en lo que va de ésta dos expulsiones por doble amarilla, pero ambas con sanción disciplinar de tres partidos cada una.
En resumen, desde la salida de Ancelotti del Milan y el comienzo de la remodelación del equipo (la cual no apareció hasta hace un par de años), el equipo lombardo ha sido una casa de locos (en la temporada anterior a la llegada de Allegri el Milan recibió ocho expulsiones bajo el mandato de Leonardo, otro entrenador bastante flojito disciplinarmente) y eso ha repercutido en la anarquía total dentro del terreno de juego, no sólo a la hora de jugar sino a la hora de generar constantes problemas con los rivales que han derivado en expulsiones y sanciones.
Y para colmo de males, gracias a los ultras del Milan, que el domingo gritaron cánticos despectivos de índole territorial (en Italia ha existido siempre un cierto odio Norte-Sur) contra el Nápoles durante el partido contra la Juventus, el próximo partido en San Siro se jugará a puerta cerrada si no prospera el recurso interpuesto por el club para evitarlo.
En los últimos veinte años aproximadamente que soy hincha de este club nunca había vivido una situación tan desesperante y patética como esta, en la que los jugadores parecen mafiosos dentro del campo mientras los ultras consiguen que el gran templo rossonero sea clausurado.
Por todos estos motivos considero que la etapa de Allegri debe finalizar lo antes posible (el equipo está 12º en la liga a trece puntos de distancia del líder, a once de la zona Champions, a cinco de la zona europea y a otros cinco del descenso) porque en esta situación, a pesar de que creo que sólo puede ir a mejor porque a peor es imposible, no considero que sea este entrenador el elegido para moverla un ápice de su estado actual.
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