sábado, 7 de enero de 2012

Sinvergüenzas inexplicables

Antes de nada, y ya que toda la gente que sale en televisión o en otro medio de comunicación hace lo propio, voy a dar mi cuenta de twitter para el que le interese: @84thor.

Me gustaría plantear la dudas e incógnitas que me han asaltado a raíz del "caso Urdangarín", siendo la principal: ¿por qué?
A nadie se le escapa que en nuestra sociedad hay una clase de personas fácilmente identificable: los caraduras, sinvergüenzas, estafadores y/o gorrones.

Creo que todo el mundo, ya sea en su mundo laboral o en el día a día, ha convivido con este tipo de personas que suelen caracterizarse por un enorme egocentrismo que les lleva a buscar, por encima de otra cosa y a cualquier precio, su propio beneficio... y si es posible en cantidades inmorales, mejor que mejor.

Todos hemos visto en los medios de comunicación los casos de alcaldes, empresarios o políticos que desviaban fondos, hacían facturas falsas, no declaraban todos los ingresos, realizaban negocios "parciales" hacia otra persona que previamente había facilitado un "regalo de amistad"...
¿Y qué tienen en común la mayoría de ellos? Que son unos miserables, que no tienen donde caerse muertos y que tras la fachada de ostentación sólo hay un cateto que no sabe donde empieza su cabeza y acaba su trasero.

Entonces, ¿por qué Urdangarín ha decidido entrar en tan selecto club? ¿Qué necesidad tenía de meterse en ese tipo de negocios?
De todas las personas sobre la faz de la tierra, aquellas que están relacionadas con las monarquías son las que menos necesidad tienen de "recolectar" dinero ajeno... pero al parecer han sido varios los aristócratas que han sido pillados con transacciones no demasiado lícitas.

¿Qué lleva a una persona que tiene el futuro resuelto a robar?
La codicia, la avaricia, la falta de escrúpulos... y el no tener el mínimo respeto hacia las personas que, quieran o no, deben pagar con sus impuestos los salarios de la familia real, que a día de hoy tiene la misma función que el belén: adornar la casa en Navidad y pasarse el resto del año pintando la mona.

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