Después de tanto tiempo de duro trabajo y ninguna fiesta que nos diera un respiro, dan ganas de gritar: ¡Qué alegría que lleguen las vacaciones! ¿no?
¡Pues no! Y que quede una cosa clara: no lo digo porque esté en contra de las vacaciones (ni mucho menos) ni porque sea un adicto al trabajo (faltaría más).
La razón es sencilla: vivo a las afueras de Madrid.
¿Qué quiere decir esto?
Que cuando hay vacaciones (Navidad, puentes varios, Semana Santa) tengo que soportar a miles (quizá millones) de domingueros que salen con sus coches y colapsan las carreteras que, en mi caso, pasan por mi ciudad.
Si a esto le añadimos el siguiente nivel de tontuna (es decir, el dominguero evolucionado) nos encontramos con el típico listillo que va por donde quiere, no respeta las señales y se cree el rey del mambo puesto que es de "Madrí" y el resto somos unos catetos, y si quiere meterse por la vía de servicio o atravesar una zona residencial a 90 km/h, pues lo hace y punto, que para eso va a "comer a la sierra".
Desde hace muchos años que se viven estas situaciones de colapso total de las carreteras, he desarrollado la teoría (quizá por la cantidad de horas perdidas en los atascos) de desdoblar la carreteras: una zona para residentes, otra zona de ámbito laboral y una última zona de ocio.
Todo se reduciría a tarjetas similares a las de crédito donde quedaran registradas las características del portador de la misma y de este modo se controlara el acceso a cada una de las zonas, aunque a nadie se le escapa que las falsificaciones y los listillos estarían a la orden del día (si no que se lo digan a los que han "cazado" en el Bus-Vao yendo sólos en el coche).
Sé que suena a tontería monumental pero es que es frustrante salir de clase un día cualquiera y ver cómo el camino a casa está totalmente colapsado de coches porque el fin de semana pasada nevó "en la sierra" y este viernes han dicho en la tele que va a hacer un solo espléndido "en la sierra".
Y si a alguien le resulta difícil ponerse en mi situación, que piense que un día llega a casa y resulta que las escaleras de su edificio están llenas de gente porque la vecina del 9ºA está regalando bizcochos; ¿a que te gustaría tener un ascensor "sólo para residentes"?
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