Bueno, ya ha comenzado la temporada y el estreno ha estado bien, no perfecto ni muy bien porque se me escaparon detalles, pero creo que en general la experiencia fue buena.
El caso es que este sábado arbitré mis primeros partidos oficiales y hubo un poco de todo: desde un partido de categoría alevín jugado en campo grande hasta un equipo sin entrenador que fue dirijido por un padre.
Bien es cierto que se me escaparon ciertos detalles como que los jugadores no llevaran pulseras, collares, pendientes... pero el primer partido acabó con retraso y en el segundo iba con la lengua fuera para rellenar el acta, a pesar de lo cual también comenzó con 15 minutos de retraso.
Entiendo que muchas de mis decisiones pudiesen ser erróneas, pero tengo menos de un segundo para decidir si una acción es pasos o no, si un contacto es falta o no, si un balón ha botado fuera o no... al tiempo que tengo que atender a las protestas de los entrenadores con los gritos de los padres de fondo. Por cierto, si a estas edades y en deportes de este nivel no se fían de las personas que se encargan de anotar los puntos y por eso es necesario que rodeen la mesa para comprobar que no se le escapa ni una, es mejor que se vayan al bar y esperen a que su hijo finalice el partido.
Por cierto, para todos aquellos padres "expertos" en la materia obsesionados con el campo atrás sólo les diré tres palabras: control del balón. Si algo he aprendido de estar 2 años acompañando a mi hermana a sus partidos es que los árbitros tienen flojera al pitar el campo atrás, a lo que ella siempre alegaba (con razón) que su jugadora no tenía el control del balón al pasar a su pista trasera.
Por último decir, sin ánimo de venirme arriba, que al finalizar uno de los partidos ocurrió algo que jamás hubiese pensado me pudiera ocurrir: un padre de una jugadora, más en concreto del equipo que acababa de perder, se acercó al finalizar el partido y me dijo que había pitado bastante bien, con seguridad y decisión. Este comentario seguro que me servirá de aliciente para continuar arbitrando el día que un padre se me acerce al finalizar el partido y a grito pelado me "comente" todos los fallos, según su punto de vista, que había cometido; sinceramente espero que ese día nunca llegue.